Desde el día 11 de marzo, hacemos cole desde casa. Yo que doy clases de agrarias a cursos de FP y Grado Medio, hago «cole» a mis chavales de entre 14 y 20 años de San Asensio (un pueblo de La Rioja Alta) a través de los medios digitales, y Emma hace su cole de 5 años con sus números, sus letras, sus juegos gracias a la ayuda de su tutora Laura y del tiempo en casa del que disponemos (y que desgraciadamente no tienen todas las familias dependiendo de sus trabajos).

Hemos aprendido mucho, mucho más de lo que nos hubiéramos imaginado. Yo como profesora y tutora he aprendido a dar clases por videoconferencia, a plantear tareas por medios digitales y a elaborar contenidos y experiencias más llevaderas desde casa que permitan avanzar lentos pero seguros y evaluar el esfuerzo que están llevando a cabo los chavales. Creo que vamos a aprender muchas otras cosas que en el aula no hubiéramos hecho en igual medida, porque el sentido de la responsabilidad y del esfuerzo personal ha incrementado en todos, y sobre todo en las chicas y chicos del instituto en el que trabajo. En nuestro caso hemos perdido algunas cosas importantes como el invernadero que cuidamos, los olivos, las prácticas en empresas, las prácticas en un centro ecuestre… que es difícil sustituir con alternativas dadas desde casa, pero habrá que seguir dándole una vuelta a ver qué se puede hacer. Y sobre todo ellos tienen que recordar que están en casa con una situación excepcional y entre las prioridades, está ayudar a su familia en todo lo necesario para que todos y todas salgamos bien o lo mejor posible de esta.

Los peques también están aprovechando mucho, sobre todo a estirar el tiempo con sus madres y padres, quienes a veces no lo encontraban en las 24 horas de rutina y prisas de la vida «normal». Creo que es generalizado que los más pequeños no tienen límites para estar jugando y aprendiendo de todo lo que les rodea, incluso entre cuatro paredes, durante todo el día. Entiendo también que habrá casos de padres y madres que tengan que estar acudiendo a sus centros de trabajo, a los que no les haya resultado nada fácil está situación. Esto reafirma mucho más que, los que peor lo están pasando son los mayores; cuanto más mayores, más se complica esta nueva rutina temporal.
Personalmente estoy aprendiendo mucho, además de como profesora de instituto, o tutora, o madre en el encierro, o de mis chavales de agrarias, estoy aprendiendo de mi hija de 5 años. De su capacidad para estar bien todo el día, para sacar la parte buena de todas las cosas, de su alegría incansable, de su energía incesante, de sus bailes, de sus juegos, de su imaginación sin límites, de sus historias inventadas, de su entusiasmo por hacer cole todos los días, incluidas las vacaciones y los sábados y domingos, de sus ganas de descubrir, de escalar, de hacer deporte con lo que pille, de dibujar y pintarlo todo… podría estar eternamente escribiendo cosas porque es increíble lo que nos podemos llegar a perder cuando vamos encasillados en la rutina del día a día y no miramos a los lados, porque no nos da ni tiempo.

De lo malo de todo lo que sucede, que es mucho para cientos de personas, yo he pensado que no me pienso perder ni un minuto de este encierro, que también hay grandes cosas que sacar.
